viernes, 15 de enero de 2016

BLADE RUNNER: LA DISTOPÍA QUE SE HIZO REALIDAD





Los Ángeles, 2019 


El mundo es hoy más oscuro y gris que hace treinta y cuatro años. Es cierto que aún no podemos dar respuesta a la pregunta de si los androides sueñan o no con ovejas eléctricas como postulaba el gran autor americano Phillip K. Dick, pero poco tiempo nos falta para ello. Pero lo que sí podemos aventurar es que buena parte de los supuestos que se presentan en la obra cinematográfica de ciencia ficción "Blade Runner", considerada como de culto del ya casi octogenario cineasta Ridley Scott, se han cumplido a fecha de hoy.


Rick Deckard, policía Blade Runner
En este film en el que un trepidante y atormentado expolicía caza androides o pellejudos, perteneciente a las famosas brigadas de Blade runners, y un androide o replicante de la brillante generación Nexus-6, como Roy Batty, creado en las mismas entrañas de la inalcanzable e inexpugnable Tyrell Corporation un 8 de enero de 2016 como esclavo soldado de combate destinado a la colonización sideral, y cuyos papeles fueron interpretados de forma magistral por Harrison Ford y Rutger Hauer respectivamente, hacen eclosión en un mundo distópico contaminado, sin ozono y sin luz, lleno de enfermedad, desesperanza, ruido y soledad al mismo tiempo, en una megametrópoli como Los Ángeles de 2019, en el que millones de personas sobreviven, se apostan en las calles y se mezclan en medio de un caótico y estruendoso centro urbano cosmopolita que está atrincherado y plagado de grandes paneles luminosos de multinacionales o de comercios con carteles de neón que se publicitan en chino o koreano.


Diseño del Set de una calle futurista de Los Ángeles en Blade Runner (1982)


Pekín
Hoy en día, asistimos a la triste realidad de grandes capitales, como Pekín, en los que para caminar es necesario una mascarilla para filtrar las partículas de polvo de la contaminación provocada por gases de nitrógeno o de dióxido de carbono producidos por los combustibles fósiles, o de como el cambio climático y el calentamiento global del planeta por la emisión de gases con efecto invernadero es un hecho tangible y evidente por todos. El deshielo progresivo de los polos, la desaparición de icebergs, y el adelgazamiento de la capa de ozono son preocupantes. 

Por otro lado somos testigos de los grandes e increíbles avances en inteligencia artificial, nanotecnología, ingeniería genética recombinante para resolver enfermedades genéticas hereditarias, infecciones virales adquiridas o cáncer, así como los nuevos hitos en aeronáutica que nos acercarán en breve a la Luna y Marte o nos permitirán viajes espaciales alrededor de nuestro planeta.  Los coches podrán en breve dirigirnos al destino fijado en piloto automático e incluso volar, y los terminales telefónicos ya son auténticas computadoras móviles con los que podemos hacer prácticamente todo.


James Hong, interpretando a un ingeniero genético de ojos (Blade Runner, 1982)


Todos estos adelantos tecnológicos han sido tan increíbles como no pocas veces oscuros y miserables las intenciones de grandes multinacionales y de gobiernos por mantenernos bajo control y vigilancia en un mar de felicidad digital. Hoy más que nunca navegamos por la Red cada vez más solos y perdidos, soñando con escapar a alguna colonia sideral, aunque sea a través de una pantalla tridimensional, un videojuego o una tableta. Hoy en día se vive con menos espacio y sin ventanucos por los que atisbar un rayo de sol en medio de sórdidos vapores ambientales que nos impiden la visión y la respiración.

¿Qué fue de la meditación, de la lectura no digital, del contar cuentos, del paseo por parajes naturales, del diálogo entre amigos, hermanos e hijos, de la familia, de los valores, en definitiva, lo que nos hace sana y genuinamente humanos?


Roy Batty, replicante Nexus-6


Sí, he visto cosas que no creeríais, como diría el replicante Nexus 6, pero sería necesario el plantear si muchas de estas innovaciones que para algunos constituyen auténticas deidades icónicas tecnológicas que nos aportan rapidez, comodidad y conexión con el “matrix digital” nos aporta autentica liberación o una lenta e inexorable esclavitud.

Como diría el pellejudo Roy Batty, “es hora de morir”,  sobre todo para los que nunca pudieron abandonar aquel romántico mundo analógico.