Las
cosas cambian y los estereotipos también. Un día poco apacible en la playa
puede ser el idóneo para espantar al común veraneante de chancleta, sombrilla y
nevera, y atraer a los más esculpidos deportistas, que aprovechan la ausencia
de sombrillas, para colocar las redes del vóley playa o las porterías de
fútbol.
De
repente, se da uno cuenta del cambio generacional y de la importancia que tiene para los
veinteañeros nacidos en los 90 el mantener unos pectorales moldeados o unas
tabletas de músculos abdominales prominentes. Y la escena que observé no tenía desperdicio: al tiempo que veía como los musculados deportistas hacían
los primeros ejercicios de precalentamiento de una sesión deportiva en familia que
prometía, había profusión de fotos con los hijos, con las poses
correspondientes, para demostrar a la prole la importancia de mantenerse
invictus ante el implacable y corrosivo paso del tiempo.
Siendo
consciente de los beneficios incontestables e ineludibles de mantenerse en
forma y el de lograr un cuerpo fibroso y/o atlético en términos de salud física
y de elevación de la autoestima, no puedo caer en la tentación de hacerme a mi
mismo algunas reflexiones, a saber, las consecuencias de un narcisismo
inusitado amparado en la proyección del modelo físico a imitar en una sociedad
cada vez más perdida y con mayor ausencia de valores, el perjuicio de provocar
exclusión social de personas ricas en valores pero menos agraciadas físicamente, o el grado de obsesión y de esclavitud mental que provoca esta nueva forma de
venderse al mundo- vales lo que aparentas y no lo que eres-, en detrimento de
invertir o repartir nuestro limitado tiempo y de forma equilibrada a otros
menesteres aún más importantes en la vida del individuo que el de machacarse
horas y horas en el gimnasio.
Y a partir de la famosa y célebre frase del filósofo francés rebelde de la ilustración Voltaire, "lo perfecto es enemigo de lo óptimo", me surgen nuevas preguntas, cuyas
respuestas aún desconozco ¿Cómo gestionará esta nueva generación amante de lo
bello y lo aparente, la frustración y el fracaso? ¿Hacia qué modelo de sociedad
caminamos? ¿Qué tipo de relaciones sociales construirá este narcisismo de
siempre pero elevado a la potencia a través de nuestras redes sociales?
Solo
sé que por un momento me preocupó el que un porcentaje elevado de nuestros
jóvenes tengan tabletas de chocolate. ¿Miedo escénico?