Pasan ustedes por delante, año
tras año, y día tras día durante el periodo estival cuando se dirigen hacia la Manga del Mar Menor. Con suerte también en
invierno si son ustedes autóctonos del
lugar o si por casualidad les da por pasar un día apacible en el incomparable rincón
protegido de Calblanque. Pasado el Algar y ya en medio de la Diputación
cartagenera El Beal, tendrán que aminorar la marcha a 90 Km/hora cuando se
aproximen a una curva pronunciada y en la que sus ojos reconocerán la inconfundible silueta del Monasterio de San Ginés de la Jara.
Ya se han acostumbrado, como yo,
a verlo en estado de agonía y ruindad permanente. Parece que es imposible que
empeore la situación del monasterio, pero si por quedaba algo de valor en sus
misteriosos recovecos, altares y oscuros pasillos, ya les adelanto que el
pillaje y el vandalismo siguen a la orden del día, y si no, consulten las
hemerotecas de los principales diarios de la región.
Como ocurre en la mayoría de los casos,
la retina se acostumbra a lo odioso y a la podredumbre, aunque estos estén en nuestra
esquina más próxima. Y se preguntará si merecerá la pena tener que custodiar
tanta ruina, o si no sería mejor que el propio destino hiciera que un incendio
fortuito o un seísmo natural terminara con una construcción que se remonta al
siglo XV, y con la historias y leyendas del santo que lo protege, que tanta
fama, fervor y cultura religiosa llegó a alcanzar más allá de las fronteras del
Reino de Murcia, expandiéndose la misma hasta tierras andaluzas y castellanas durante
la alta y baja edad media, y al que se le atribuye según refiere la leyenda, numerosas curaciones en niños, milagros, resurrecciones
y al que le invocan por su gran carácter protector, tanto agricultores (patrón de los vinateros), como
navegantes.
Tal fue así como ocurrió en Cartagena para que lo nombraran Patrón de la ciudad: en 1677 una grave epidemia atacaba a los niños, y el Ayuntamiento, para aminorar la fuerza del terrible achaque, quiso implorar la clemencia del patrón de la ciudad, pero nadie sabía quién era, ni el archivo municipal había antecedentes. Los señores capitulares metieron en una cántara muchos papeles con nombres de santos, y un muchacho sacó uno, resultando el de San Ginés de la Jara, al que la ciudad nombró por aclamación su patrón.
Les recuerdo la leyenda sobre la
figura de San Ginés en la que coinciden más autores, pese a la pobre y escasa
documentación y bibliografía, y que así aglutina el historiador Francisco
Henares Díaz en 1988:
“Hijo
de Roldán Magno, rey de Francia, hermano del Legendario Roldán, sobrino, pues,
de Carlomagno. Al monasterio llegaría Ginés para hacer vida de ermitaño. Y aquí
llegaría un día la familia a convencerse de lo que hacía. Vuelta ésta a
Francia contaría lo que había visto y oído. Urgiendo la renuncia de Ginés al
trono de Francia, vuelven los emisarios con la carta. Ginés contesta que él
pretende un trono espiritual y no el de los francos. Muere Ginés. Más tarde
pretenderán que sus restos sean transportados a Francia. Inútil porfía. Al
llegar allá, la caja debe haber viajado vacía, porque así está al abrirla. Al
parecer, los restos han vuelto milagrosamente al rincón cartagenero del Mar
Menor. Los restos luego serán enterrados en algún lugar ignorado por allí. Lo
que acrecerá el fervor por encontrarlos".
En resumen, la fama de San Ginés que
se extendió por el Reino de Murcia y otros reinos quedaría así: de origen francés
y de noble familia, parte un día de peregrinación a Compostela. Distintas vicisitudes
y hechos admirables le hacen arribar a Cabo de Palos. Se adentra, y en el monte
Miral (actual Cabezo de San Ginés) permanece hasta su muerte como ermitaño. Su
fama de santidad se extiende, y su sepulcro se hace centro de peregrinación.
Los milagros se multiplican y se convierte el abogado ante todo mal (siglo X).
No en vano, el Papa Pablo III en
1571, decidió hacerlo Santo por los múltiples milagros realizados bajo la
advocación de la figura de San Ginés propiciándose oficios religiosos que desde
entonces se realizan el día 25 de agosto.
Sobre el monasterio de San Ginés, indicarles que desde época visigoda y mozárabe, antes del siglo IX, ya
existía culto en la misma ubicación del Monasterio. En el siglo XIII, se relata
la existencia de una ermita ocupada por monjes agustinos y sería en el siglo XV
cuando a través del patronazgo del marquesado de los Vélez, y junto a la llegada
de la orden franciscana se inicia una época floreciente, y se construye parte
del edificio, de la que nos queda una hermosa fachada renacentista con el
escudo de armas de los Vélez y de la orden franciscana.
Fachada de carácter renacentista reformada hacia finales del Siglo XVIII por Diego de Arce. El pórtico principal, aunque sencillo, consta de detalles destacables como columnas completas, ornamentación varia, signos del Renacimiento y escudos de armas del marquesado de los vélez y de la orden franciscana.
No obstante, la configuración del
monasterio, tal y como la conocemos en la actualidad, se debe a una
reconstrucción realizada en el siglo XVIII (Diego de Arce), en donde podemos reconocer la
actual iglesia que incorpora además de una nave central, seis capillas laterales.
Por desgracia el coro está completamente desplomado y el órgano barroco desaparecido,
por no hablar de las pinturas de gran valor, reliquias como las un crucifijo de
Juan de Austria o una custodia de plata sobredorada con piezas preciosas, así como una biblioteca con numerosos y valiosos manuscritos que han desaparecido.
Foto de la nave central de la iglesia y de las capillas laterales.
Imagen del Coro en el que se aprecia el mobiliario derruido, parcialmente saqueado y bajo un suelo poco firme.
No podemos obviar la existencia
de un claustro, modificado por una reforma del siglo XIX, y una torre elevada
que hacía las veces de refugio y cobijo de los religiosos que habitaban.
El Claustro (1670-1679), mantiene el estilo mudéjar de sus inicio y en el que se vislumbran corredores altos y bajos a sus cuatro lados, bóvedas en la parte inferior, arcos de medio punto, ornamentación floral o llamativos colores que recuerda con nostalgia a la Alhambra (Granada). A pesar del paso de los años (el templo debió de estar acabado hacia finales de 1611 o comienzos de 1612), todavía podemos observar una pequeña Fuente en el centro, casi destrozada y cubierta de escombros...Tiene forma de una perfecta estrella de ocho puntas, decorada con mosaicos de azulejos de una forma muy andaluza.
De un gran valor histórico pese
al abandono actual es el gran huerto aledaño al monasterio, que le daba un
carácter de oasis y edén en medio del árido campo de Cartagena y que tan bien fue
descrito y alabado por el historiador, humanista y erudito murciano Francisco
Cascales quién así lo describe en su visita al monasterio en siglo XVI y como
queda reflejado en su obra el Discurso de
la Ciudad de Cartagena:
“
Con dos copiosas fuentes que llenan una grande alberca: de aquí salen regueras
guiadas por diversos camino a todas las partes de él, con que se baña a menudo
la óptima tierra y se engendra la inmensa fertilidad de árboles, yedras y
flores... Aquí hay calles de naranjos..verdes arrayantes, idumeas palmas,
altísimos pinos donceles preñados de su fruta dura, encumbrados cipreses… Ceres
trocó en menudo trigo,lentiscos humildes y olorosos sabucos, y entre ellos,
diversas flores por los márgenes sembradas, deleitando con su verdura y
enamorando con sus olores…"
Después de lo referido, quiero ser moderadamente optimista sobre el futuro del monasterio frente al
abandono y desdén que ha ido sufriendo desde finales del siglo XIX hasta
nuestros días.
Nuestra dejadez como sociedad y
como ciudadanos se hacen patentes en nuestra generación, siendo estos
últimos veintidós años, desde la declaración de Bien de Interés Cultural (BIC) del monasterio en febrero de 1992, un auténtico escándalo público el grado
de abandono, que ha motivado que el monasterio aparezca en la lista roja del
patrimonio en peligro por la reconocida asociación nacional Hispania Nostra.
El ya archiconocido y malogrado pacto del Ayuntamiento de Cartagena que en su día y año -2006- se hizo con la promotora Hansa Urbana S.A por el que la
empresa promotora debiera haber realizado las actuaciones de rehabilitación del
monasterio -hoy en día paralizado y en litigio ambas partes por lo contencioso-administrativo-
no debe minar el ánimo de la sociedad ni de todas aquellas asociaciones que
siguen luchando día a día por la protección de este singular BIC, algunas de
ellas culturales como la Asociación de amigos del monasterio de San Ginés de la Jara, quienes siguen
denunciando los actos de vandalismo a cal y canto, y promueven fielmente los
actos culturales y de devoción a San Ginés como la Romería que se celebra cada 25 de
agosto.
Otras asociaciones como ADEPA (Asociación para la defensa del patrimonio de Cartagena) o ANSE (Asociación de Naturalistas del Sureste)
van más allá y plantean permanentemente recursos administrativos contra el
ayuntamiento de Cartagena y los organismos oficiales regionales, como lo
atestigua la reciente solicitud, en junio de 2014, a la Dirección General de
Cultura de un expediente sancionador al Ayuntamiento de Cartagena por su
inacción por ser actual titular y propietario actual de esta propiedad.
Pienso que nuestro deber como
ciudadanos es mantener vivo y denunciar cualquier desmán o agresión activa o
pasiva de nuestro patrimonio cultural, histórico y artístico y debemos exigir a
nuestros gobernantes, en su caso al Ayuntamiento de Cartagena y a la
administración regional –y nos debe dar
igual que la rehabilitación esté parada sine die por largos e interminables
contenciosos por incumplimientos de pactos mercantiles entre una promotora y un
ayuntamiento - que actúen de inmediato y de urgencia para evitar un mayor saqueo
y destrozo o el derrumbe irreversible del monasterio, so pena de causar un gran perjuicio que pagarán futuras generaciones, por no mencionar el que se pueda incurrir por
inacción o falta de iniciativa en otro orden de responsabilidades
administrativas y/o penales por dejar en el limbo la rehabilitación del BIC.
Deseo de corazón que nuestros hijos puedan para ver cumplido el sueño de ver rehabilitado el
monasterio de San Ginés de la Jara- joya y riqueza de nuestra historia en un
paraje incomparable- y que no tengan que lamentar el que un día aparezca este
monumento en el suelo entre escombros por la mediocridad, dejadez e ineptitud de nuestra generación.
Si al menos con este blog he
logrado concienciar a alguna persona, yo me daré por satisfecho.
Agradecimientos: después de ojear y seguir el rastro de la historia de San Ginés y su monasterio, deseo agradecer en este blog el incansable labor que hacen nuestros historiadores del presente y del pasado, arquitectos y técnicos especialistas en bellas artes, arqueólogos, investigadores, asociaciones protectoras del patrimonio y bloggers divulgadores que in situ tuvieron la osadía de adentrarse en el mismo monumento para dar testimonio actual del avanzado deterioro de este Bien de Interés Cultural.
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