sábado, 16 de agosto de 2014

ESCLAVO POR TU AMISTAD








No recuerdo bien cuando nos conocimos por primera vez, ni quién fue quién nos presentó. Probablemente tuviera quince o dieciséis años. Al principio no hicimos buenas migas, pero ya entrada en mayoría de edad, entre guasas y tonterías adquirimos confianza el uno con el otro y sin darnos cuentas nos hicimos uña y carne. Todo el mundo nos miraba y en cierta medida nos tenían envidia, pues juntos ligábamos el doble, y casi no necesitábamos a nadie. Después llegó la Universidad y aunque pensabas que podía romperse nuestra relación, está se afianzó aún más pues ¿quién era capaz de prescindir de ti en los momentos más estresantes, en el que nadie mejor que tú era capaz de comprender mis angustias y mis soledades?

Después terminó mi carrera. Me cambié de ciudad, hacía mis primeros pinitos profesionales, y aunque sé que estabas celoso por si te dejaba, yo no hacía más que llamarte desconsoladamente y tú siempre aparecías como por arte de magia. Nunca me abandonaste a mi suerte. Con el tiempo y los años, nuestra relación maduró, ya no hubo charlas ni pensamientos placenteros, sino dependencias absurdas de una amistad que se forjó de cuando éramos unos niños. Te pusiste realmente nervioso cuando encontré mi amor verdadero, mi pareja, con la que construí una familia y pensaste otra vez que ya no volveríamos a vernos. Sin embargo mi dependencia hacia ti era mayor de lo que pensaba, pese a que ya nuestra relación atravesaba una etapa más aburrida, menos desafiante y más materialista.

Cuando me sentí hastiada de ti, quise dejarte, pero fue cuando por primera vez me amenazaste. Me dijiste que sin ti no era capaz de vivir, ni ser feliz, ni ser la misma persona. No parabas de decirme que sufriría y que no encontraría nada mejor que tu compañía. Supe entonces que nuestra relación de supuesta amistad se había convertido en una convivencia amenazante basada en el vasallaje y en el chantaje emocional. Fue en ese preciso momento cuando pude ver el verdadero rostro amargo de tu cara, que en antaño me parecía amistosa y en mi interior comprobé que tú me convertiste en una persona débil e insegura, pues no me atrevía a abandonarte por miedo y desesperación.

Pasaron años, y salvos momentos puntuales de confort y placer, solo me diste disgustos, esclavitud, inseguridad y hastío y generaste mal ambiente en nuestra casa y en nuestra familia. Pasaron más años y por aquel entonces ya tenía hijos mayores que siempre criticaban nuestra relación que siempre sobrepasaba el absurdo. Ellos me dieron la voz de alarma cuando notaban en mi cuerpo signos tangibles de cansancio y debilidad. Un día mi hijo se alarmó cuando me vio tendida en la cama, sin signos aparentes de vitalidad, con los ojos abiertos, la cara abotargada y las manos azuladas y pensé por segundos que la vida abandonaba mi cuerpo. Me llevaron al hospital y me diagnosticaron una severa enfermedad pulmonar, que precisaría para el resto de mis días de oxigenoterapia en el domicilio.

Fue entonces, cuando rendí cuentas a la vida por dejar que tu compañía se adueñara de mi voluntad y dominara por siempre el fin último de mis actos. El peaje que pagué por tu compañía fue muy caro y a cambio de burdas mentiras.

Por eso y desde ahora te digo, Don Tabaco, que abandones mi vida, pues mal me has hecho y me dejé engañar y embaucar por ti. Nunca más sufriré por tus amenazas fraguadas en el miedo y en la oferta de un placer adictivo e inoperante, pues ya te llevaste mi salud y mi dinero. ¿Qué más quieres de mi villano?

¡Sal de mi vida ya!


martes, 5 de agosto de 2014

PON UN "WASAP" EN TU VIDA






¿No me digan que no han caído en las tendenciosas redes del wasap?. No saben lo que se pierden, o sí. Hasta hace dos años y medio desconocía personalmente lo que era o significaba un wasap, o lo que me iba a afectar en la vida cotidiana. Pasado un tiempo, he de reconocer que ha conseguido moldear mi forma de interactuar y estaría diciendo una falacia si dijera lo contrario.

Quién augurara que el lenguaje escrito tenía las horas contadas con el advenimiento de las sofisticadas redes de telefonía móvil 4G con increíbles vídeo-conferencias en color y en alta definición iría un poco desencaminado. Si usted se para a pensar se dará cuenta que casi todo el mundo de su alrededor wasapea y ya casi nadie le llama por teléfono. Yo ya ni miro cuantos minutos consumo de teléfono, pues tiempo hace que mi compañía me puso tarifa plana con llamadas ilimitadas. Algo se estaba cociendo con esa forma peculiar de intercomunicación – el wasapeo-, en el que uno o cincuenta personas a la vez, wasapean bien de forma informal, de forma oficial, o de ambas maneras. En breve, así lo  creo, diré adiós al SMS.




Fíjense en las ventajas del wasapeo, es económico, solo necesitas un Smartphone con la necesaria aplicación, puedes hablar gratis en los cinco continentes, lo utilizamos si no nos parece prudente abusar de la confianza del bis a bis telefónico y en horarios intempestivos, nos permite enviar un link tendencioso, informativo o una foto imprudente, podemos hacer campaña informativa, podemos burlarnos de alguien, podemos hacer estrategias de grupo en medio del vórtice de un huracán laboral, te pones al día de cualquier cotilleo o marujeo, y tienes localizado, en su caso, a cualquier amigo o compañero de profesión, aunque distes de él grandes y descomunales distancias.  

Pero no todo es oro lo que reluce, sobre todo cuando se reanuda el –para mi casi estridente- típico ruidito “pliinnn”, y dejas lo que tienes entre manos y te pones a hurgar en tu teléfono para ver qué demonios me estoy perdiendo. Cuando han pasado varias semanas y meses, empiezan a crearse espontáneamente decenas de grupos wasap en el que apareces tú, bien de trabajo, de amigos, grupos marujas, agrupaciones de viejos camaradas de promoción del colegio o de la Universidad, y uno observa que lleva soportando al menos un centenar de wasaps a lo largo del día y que provocan que instintivamente realices constantes giros de cuello fortuitos, movimientos digitales con la mano, y así, una y otra vez, hasta que te das cuenta de que te has hecho un ser dependiente y ciberadicto a la red social del que creó el wasapeo, y por tal motivo, te sientes en constante tensión, nervioso, compulsivo, maniático y quizás algo esquizoide, por no hablar de hábitos que no hacen más que enturbiar y entorpecer otros quehaceres diarios, que a la postre, son más saludables.


Pero fastidiar, lo que se dice fastidiar, ya no es la contractura cervical, el vértigo y la cefalea de estos movimientos estereotipados de la cabeza o de la manita protagonista, sino el hecho de que te levantas por la mañana, y de repente, apareces en un nuevo grupo, del que nadie te ha pedido permiso, con el nombre de "quedadita para la comida" o "cumpleaños de los niños de la clase de 3º D o "médicos del mundo". La madre que los parió. Entonces y ante esta amenaza tienes dos alternativas, la políticamente correcta, esto es, silenciar el grupo y esperar a que ocurra el evento -si es que lo hay- para después darte de baja sin mayores consecuencias, o ir de frente con mala leche, darte literalmente de baja en el grupo, como el que se va de la casa dando un buen portazo y como una manera activa de protesta ante la irrupción de un grupo acústico molesto que quiere irrumpir en tu vida.

Sí, del wasapeo se esperan muchas cosas más, esto solo acaba de empezar. Veremos en un futuro no muy lejano a algunas compañías telefónicas -las más pequeñas- que harán un ERE por la falta de uso de la línea inalámbrica, asistiremos a denuncias y a juicios por desatender un wasap importante que acabó con la vida de un sujeto, juicios por acoso laboral y sexual a través del wasapeo impertinente, o contenciosos por daños y perjuicios económicos cuando se dejó de atender una operación bursátil a través de este tipo de mensajería. Y esto no es ciencia ficción.

Viviremos también, regulaciones del wasapeo en la empresa -no vaya a ser que se nos despisten los sujetos y las sujetas-, su prohibición en un acto litúrgico, su uso en el coche por potenciales distracciones mortales y un sinfín de medidas destinadas a fiscalizar el uso "indebido" del wasap.

Por tanto, no lo dude, si quiere que su mundo cambie de la noche a la mañana, ponga por favor un wasap en su vida. Y si no, siga con su teléfono de toda la vida. 


Para su información: "Wasapear" es un neologismo derivado de la red social WhatsApp, y aún no está aceptado como término de la Real Academia española. No obstante, algunas instituciones ya defienden el buen uso del castellano y nos indican que el sustantivo wasap (mensaje gratuito enviado por la aplicación de mensajería instantánea WhatsApp), así como su verbo derivado wasapear (intercambiar mensajes por WhatApp), son adaptaciones adecuadas al español, de acuerdo con los criterios de la Ortografía de la lengua española. Las adaptaciones admisibles como guasap, plural guasaps, y el verbo guasapear, al perderse la referencia a la marca original y percibirse como términos más coloquiales, son menos preferibles que las formas con w.


viernes, 25 de julio de 2014

EL GRITO DEL JOVEN DE LA CAMISETA VERDE



Obra "El grito" de Edvard Munch. 1893

El horror se puede vestir de cualquier color, incluso de verde. Nuestra piel se ha hecho de la textura de la misma piedra cuando uno enchufa el televisor y vemos cualquier conflicto bélico. Pero creo que aún no estamos preparados para ver una ejecución en directo. Todavía no. El escenario, Gaza, y el protagonista un joven –no más de 18 años- espigado, moreno con una llamativa camiseta verde bien remangada a la cintura de unos tejanos. El chaval no tuvo otra cosa que hacer que trotar entre una montaña de escombros en medio de una calle bombardeada, aprovechando un alto el fuego para intentar localizar a familiares enterrados en un mar de piedras, maderas y láminas de hierro. Detrás de él y a unos diez metros, otros voluntarios palestinos y trabajadores municipales provistos de camillas para retirar los cadáveres.

El joven de verde seguía caminando como avanzadilla de grupo entre calles y edificios derribados  y emitiendo gritos de desesperación por la probable tragedia de no encontrar a sus seres queridos. De repente, tres disparos secos de un francotirador y al menos uno hacía blanco en el joven palestino y lo dejaba en un santiamén en el suelo, con gesto de dolor, bocarriba y con fuerzas aún para levantar las manos derecha e izquierda y pedir ayuda para que lo auxiliaran entonando un «Dios mío, Dios mío, ayudadme». Los que grababan con el celular y le seguían no podían atenderlo, estaban en territorio comanche, y al descubierto, y sería un suicidio acudir hacia él. Un servidor y televidente de la macabra escena, no podía creer en este horror del propio directo. Pasaron varios e interminables segundos hasta que sobrevino un silencio sepulcral tras escucharse un cuarto disparo certero que hizo que el joven malherido emitiera un débil y extenuante grito y expirara.

Sí, un silencio del horror, que desgarra cualquier conciencia y cualquier atisbo de humanidad. Una muerte más en balde, la de un joven que buscaba a sus familiares y se quedó sin esperanza y sin proyecto de vida. Un blanco más de esta estúpida y vil guerra que cederá a un provisional alto el fuego hasta la próxima escaramuza del crónico conflicto de Oriente Medio.

Sí, «un grito del silencio» de aquellos muertos que callarán para siempre.

Dios mío y Dios mío.

miércoles, 16 de julio de 2014

HIJOS DE UN DIOS MAYOR





Se han erigido en una especie superior, de molde prediseñado en la probeta y de una resistencia genética a prueba de cualquier tipo de colisión de partículas cuánticas y subatómicas. La expresión de estos seres suele ser la misma, bien la de una esfinge que apenas emite una mueca, o la de una sonrisa tan grande, que cuando menos, llama la atención en medio de un gran tornado de grandes dimensiones que está a punto de engullirlos.

Están hechos de otra pasta y miccionan en otro tipo de orinal. Su estómago, según se dice, es de grandes dimensiones, pues en él cabe perfectamente una cesta de víboras o alberga el tamaño de una serpiente pitón, según el caso. Son inmunes a cualquier tipo de veneno, y soportan muy bien el óxido y la corrosión del tiempo. De repentes los ves aquí, en una foto grande, y pasan diez años y los ves allá, en otra foto más grande, con la misma sonrisa, o la misma cara inexpresiva. Uno se pregunta: ¿Cómo lo hacen?

Parecen un ejército de clones, se expresan, gesticulan, visten y hasta sueñan con las mismas cosas. Dicen que tienen finas y ocultas ventosas en sus extremidades superiores e inferiores, y por ello cuando se agarran a algo no se sueltan con facilidad, aún a riesgo de que se despellejen vivos.

Esta especie de superhombres y supermujeres, no se atribulan por nada ni por nadie. Muchos de ellos repiten cartel, y desconocen el significado de algunas palabras, como el honor, la honestidad, la honra, la generosidad y el buen servicio y ejemplo hacia la sociedad. En cambio están habituados muchos de estos seres a convivir con la palabra imputación, prevaricación, cohecho, falsedad documental, blanqueo de capitales etc…

Efectivamente hablamos de una supercasta de políticos, una minoría de esta gran familia, sí, pero poderosa, omnipresente y altamente peligrosa pues fácilmente contagia a la pléyade de subalternos y palmeros que le sucederán en futuras generaciones.

 Esta casta de políticos desconoce la existencia del concepto de temporalidad del cargo y del buen uso de su experiencia previa al servicio de la sociedad, a la que representan. Salvo honrosas y extraordinarias ocasiones, no saben lo que es dimitir de un cargo, aunque sea por higiene personal y democrática.

De sus bocas suelen repetir las mismas sandeces cuando sus nombres aparecen en un auto judicial: «soy inocente y estoy deseando colaborar con la justicia», para luego divagar, omitir, no documentar o no declarar, anteponiendo intereses personales. Por no hablar del tópico «pongo mi cargo a disposición del partido», como una manera de quedar bien para con uno mismo y evitar cualquier tipo de responsabilidad personal y dejar el marrón al jefe de filas, evitando así la dimisión.

Esta casta tiene las cualidades que las esporas microbianas han logrado durante millones de años: resistencia. Saben lo que es atrincherarse en el cargo, aunque la mierda les sacuda de arriba a abajo y el hedor contamine de forma transversal al político o gestor que con honor trabaja por el bien común. Tienen la desfachatez de querer volver a formar cartel para presentarse por enésima vez a unas nuevas elecciones o postularse a un nuevo cargo, como si la misa y el clamor social no fuera con ellos.

Y muchos de ellos piden sólo cuando la soga les aprieta el cuello, que los amigos de la misma bancada –da igual unos que otros- les otorguen como premio el ser aforado, algo así como una especie de blindaje, que como poco te permita ganar tiempo y evitar el pasillo del acusado común en un tribunal ordinario. Sí, que me juzgue el Supremo, a ver qué tal me va. Y si por desgracia les fuera mal y tuvieran que pisar el talego, cosa improbable, siempre pueden tener esa posible ayudita de su Dios Mayor y que se llama indulto.

Dicen de esta casta que trabajan constantemente para el pueblo y por el pueblo, pero largo tiempo pasó antes de que dejaran de ser del pueblo. Con el tiempo han adquirido inmunidad natural a la corrupción y al miedo a ser imputados. Forma parte del oficio, de su naturaleza, de la propia casta.

Por el contrario, usted y yo sabemos que ambos moriríamos a primeras de cambio, y solo con pensarlo, de vivir en un escenario similar sometido a escarnio público, o simplemente tener que hacer una visita no turística al juzgado.

No lo duden ustedes, esta casta son auténticos hijos de un «Dios Mayor».

jueves, 10 de julio de 2014

UN MONASTERIO EN RUINA QUE SE RESISTE AL OLVIDO





Pasan ustedes por delante, año tras año, y día tras día durante el periodo estival cuando se dirigen hacia la Manga del Mar Menor. Con suerte también en invierno si son ustedes autóctonos del lugar o si por casualidad les da por pasar un día apacible en el incomparable rincón protegido de Calblanque. Pasado el Algar y ya en medio de la Diputación cartagenera El Beal, tendrán que aminorar la marcha a 90 Km/hora cuando se aproximen a una curva pronunciada y en la que sus ojos reconocerán la inconfundible silueta del  Monasterio de San Ginés de la Jara.

Ya se han acostumbrado, como yo, a verlo en estado de agonía y ruindad permanente. Parece que es imposible que empeore la situación del monasterio, pero si por quedaba algo de valor en sus misteriosos recovecos, altares y oscuros pasillos, ya les adelanto que el pillaje y el vandalismo siguen a la orden del día, y si no, consulten las hemerotecas de los principales diarios de la región.

Como ocurre en la mayoría de los casos, la retina se acostumbra a lo odioso y a la podredumbre, aunque estos estén en nuestra esquina más próxima. Y se preguntará si merecerá la pena tener que custodiar tanta ruina, o si no sería mejor que el propio destino hiciera que un incendio fortuito o un seísmo natural terminara con una construcción que se remonta al siglo XV, y con la historias y leyendas del santo que lo protege, que tanta fama, fervor y cultura religiosa llegó a alcanzar más allá de las fronteras del Reino de Murcia, expandiéndose la misma hasta tierras andaluzas y castellanas durante la alta y baja edad media, y al que se le atribuye según refiere la leyenda, numerosas curaciones en niños, milagros, resurrecciones y al que le invocan por su gran carácter protector, tanto agricultores (patrón de los vinateros), como navegantes.

Tal fue así como ocurrió en Cartagena para que lo nombraran Patrón de la ciudad:  en 1677 una grave epidemia atacaba a los niños, y el Ayuntamiento, para aminorar la fuerza del terrible achaque, quiso implorar la clemencia del patrón de la ciudad, pero nadie sabía quién era, ni el archivo municipal había antecedentes. Los señores capitulares metieron en una cántara muchos papeles con nombres de santos, y un muchacho sacó uno, resultando el de San Ginés de la Jara, al que la ciudad nombró por aclamación su patrón.

Les recuerdo la leyenda sobre la figura de San Ginés en la que coinciden más autores, pese a la pobre y escasa documentación y bibliografía, y que así aglutina el historiador Francisco Henares Díaz en 1988:

“Hijo de Roldán Magno, rey de Francia, hermano del Legendario Roldán, sobrino, pues, de Carlomagno. Al monasterio llegaría Ginés para hacer vida de ermitaño. Y aquí llegaría un día la familia a convencerse de lo que hacía. Vuelta ésta a Francia contaría lo que había visto y oído. Urgiendo la renuncia de Ginés al trono de Francia, vuelven los emisarios con la carta. Ginés contesta que él pretende un trono espiritual y no el de los francos. Muere Ginés. Más tarde pretenderán que sus restos sean transportados a Francia. Inútil porfía. Al llegar allá, la caja debe haber viajado vacía, porque así está al abrirla. Al parecer, los restos han vuelto milagrosamente al rincón cartagenero del Mar Menor. Los restos luego serán enterrados en algún lugar ignorado por allí. Lo que acrecerá el fervor por encontrarlos". 

En resumen, la fama de San Ginés que se extendió por el Reino de Murcia y otros reinos quedaría así: de origen francés y de noble familia, parte un día de peregrinación a Compostela. Distintas vicisitudes y hechos admirables le hacen arribar a Cabo de Palos. Se adentra, y en el monte Miral (actual Cabezo de San Ginés) permanece hasta su muerte como ermitaño. Su fama de santidad se extiende, y su sepulcro se hace centro de peregrinación. Los milagros se multiplican y se convierte el abogado ante todo mal (siglo X).

No en vano, el Papa Pablo III en 1571, decidió hacerlo Santo por los múltiples milagros realizados bajo la advocación de la figura de San Ginés propiciándose oficios religiosos que desde entonces se realizan el día 25 de agosto.

Sobre el monasterio de San Ginés, indicarles que desde época visigoda y mozárabe, antes del siglo IX, ya existía culto en la misma ubicación del Monasterio. En el siglo XIII, se relata la existencia de una ermita ocupada por monjes agustinos y sería en el siglo XV cuando a través del patronazgo del marquesado de los Vélez, y junto a la llegada de la orden franciscana se inicia una época floreciente, y se construye parte del edificio, de la que nos queda una hermosa fachada renacentista con el escudo de armas de los Vélez y de la orden franciscana. 


Fachada de carácter renacentista reformada hacia finales del Siglo XVIII por Diego de Arce. El pórtico principal, aunque sencillo, consta de detalles destacables como columnas completas, ornamentación varia, signos del Renacimiento y escudos de armas del marquesado de los vélez y de la orden franciscana.






No obstante, la configuración del monasterio, tal y como la conocemos en la actualidad, se debe a una reconstrucción realizada en el siglo XVIII (Diego de Arce), en donde podemos reconocer la actual iglesia que incorpora además de una nave central, seis capillas laterales. Por desgracia el coro está completamente desplomado y el órgano barroco desaparecido, por no hablar de las pinturas de gran valor, reliquias como las un crucifijo de Juan de Austria o una custodia de plata sobredorada con piezas preciosas, así como una biblioteca con numerosos y valiosos manuscritos que han desaparecido.


              Foto de la nave central de la iglesia y de las capillas laterales. 


Imagen del Coro en el que se aprecia el mobiliario derruido, parcialmente saqueado y bajo un suelo poco firme.

No podemos obviar la existencia de un claustro, modificado por una reforma del siglo XIX, y una torre elevada que hacía las veces de refugio y cobijo de los religiosos que habitaban.


El Claustro (1670-1679), mantiene el estilo mudéjar de sus inicio y en el que se vislumbran corredores altos y bajos a sus cuatro lados, bóvedas en la parte inferior, arcos de medio punto, ornamentación floral o llamativos colores que recuerda con nostalgia a la Alhambra (Granada). A pesar del paso de los años (el templo debió de estar acabado hacia finales de 1611 o comienzos de 1612), todavía podemos observar una pequeña Fuente en el centro, casi destrozada y cubierta de escombros...Tiene forma de una perfecta estrella de ocho puntas, decorada con mosaicos de azulejos de una forma muy andaluza.




De un gran valor histórico pese al abandono actual es el gran huerto aledaño al monasterio, que le daba un carácter de oasis y edén en medio del árido campo de Cartagena y que tan bien fue descrito y alabado por el historiador, humanista y erudito murciano Francisco Cascales quién así lo describe en su visita al monasterio en siglo XVI y como queda reflejado en su obra el Discurso de la Ciudad de Cartagena:

“ Con dos copiosas fuentes que llenan una grande alberca: de aquí salen regueras guiadas por diversos camino a todas las partes de él, con que se baña a menudo la óptima tierra y se engendra la inmensa fertilidad de árboles, yedras y flores... Aquí hay calles de naranjos..verdes arrayantes, idumeas palmas, altísimos pinos donceles preñados de su fruta dura, encumbrados cipreses… Ceres trocó en menudo trigo,lentiscos humildes y olorosos sabucos, y entre ellos, diversas flores por los márgenes sembradas, deleitando con su verdura y enamorando con sus olores…"

Después de lo referido, quiero ser moderadamente optimista sobre el futuro del monasterio frente al abandono y desdén que ha ido sufriendo desde finales del siglo XIX hasta nuestros días. 

Nuestra dejadez como sociedad y como ciudadanos se hacen patentes en nuestra generación, siendo estos últimos veintidós años, desde la declaración de Bien de Interés Cultural  (BIC) del monasterio en febrero de 1992, un auténtico escándalo público el grado de abandono, que ha motivado que el monasterio aparezca en la lista roja del patrimonio en peligro por la reconocida asociación nacional Hispania Nostra.

 El ya archiconocido y malogrado pacto del Ayuntamiento de Cartagena que en su día y año -2006- se hizo con la promotora Hansa Urbana S.A por el que la empresa promotora debiera haber realizado las actuaciones de rehabilitación del monasterio -hoy en día paralizado y en litigio ambas partes por lo contencioso-administrativo- no debe minar el ánimo de la sociedad ni de todas aquellas asociaciones que siguen luchando día a día por la protección de este singular BIC, algunas de ellas culturales como la Asociación de amigos del monasterio de San Ginés de la Jara, quienes siguen denunciando los actos de vandalismo a cal y canto, y promueven fielmente los actos culturales y de devoción a San Ginés como la Romería que se celebra cada 25 de agosto.

Otras asociaciones como ADEPA (Asociación para la defensa del patrimonio de Cartagena) o ANSE (Asociación de Naturalistas del Sureste) van más allá y plantean permanentemente recursos administrativos contra el ayuntamiento de Cartagena y los organismos oficiales regionales, como lo atestigua la reciente solicitud, en junio de 2014, a la Dirección General de Cultura de un expediente sancionador al Ayuntamiento de Cartagena por su inacción por ser actual titular y propietario actual de esta propiedad.

Pienso que nuestro deber como ciudadanos es mantener vivo y denunciar cualquier desmán o agresión activa o pasiva de nuestro patrimonio cultural, histórico y artístico y debemos exigir a nuestros gobernantes, en su caso al Ayuntamiento de Cartagena y a la administración regional –y nos debe dar igual que la rehabilitación esté parada sine die por largos e interminables contenciosos por incumplimientos de pactos mercantiles entre una promotora y un ayuntamiento - que actúen de inmediato y de urgencia para evitar un mayor saqueo y destrozo o el derrumbe irreversible del monasterio, so pena de causar un gran perjuicio que pagarán futuras generaciones, por no mencionar el que se pueda incurrir por inacción o falta de iniciativa en otro orden de responsabilidades administrativas y/o penales por dejar en el limbo la rehabilitación del BIC.

Deseo de corazón que nuestros hijos puedan para ver cumplido el sueño de ver rehabilitado el monasterio de San Ginés de la Jara- joya y riqueza de nuestra historia en un paraje incomparable- y que no tengan que lamentar el que un día aparezca este monumento en el suelo entre escombros por la mediocridad, dejadez  e ineptitud de nuestra generación.

Si al menos con este blog he logrado concienciar a alguna persona, yo me daré por satisfecho.

Agradecimientos: después de ojear y seguir el rastro de la historia de San Ginés y su monasterio, deseo agradecer en este blog el incansable labor que hacen nuestros historiadores del presente y del pasado,  arquitectos y técnicos especialistas en bellas artes, arqueólogos, investigadores, asociaciones protectoras del patrimonio y bloggers divulgadores que in situ tuvieron la osadía de adentrarse en el mismo monumento para dar testimonio actual del avanzado deterioro de este Bien de Interés Cultural.

REVISIONES EN LA WEB:









domingo, 6 de julio de 2014

DE AQUELLAS MUJERES QUE SOLO SE AMABAN ASÍ MISMAS





Con anterioridad y en este mismo blog pudimos esbozar el perfil de «aquellos hombres que no amaban a sus mujeres». Permítanme en un acto de revancha emotiva y para no dejar siempre al género masculino en mal lugar, hablar de singulares especies de mujeres qué no tienen nada de desperdicio, en sentido figurado claro está.

Ciertamente las hay-mujeres que solo se amaban así mismas- y el daño que hacen son de efecto retardado, de objetivos certeros y de consecuencias inimaginables. Y no me refiero a las denominadas «sanguijuelas», sí, aquellas que se retroalimentan de la fama o el dinero de sus elegidos, para mantener el careto en la primera plana del faranduleo nacional.

No, a estas tipijuelas tendremos oportunidad de retratarlas en otro momento.

Hago referencia a las buenas y queridas amadas que hicieron de sus casas un auténtico infierno. Estas «buenas damas» se caracterizan tras inaugurar el lecho nupcial, por intentar romper, como primer paso delictivo, con los lazos afectivos que sus hombres mantenían con sus familiares más cercanos-padres, hermanos, sobrinos, etc- en un intento de controlar y asentar quién manda en el imperio que pretenden construir, o simplemente para no reconocer el fiasco que ellas mismas tuvieron con sus respectivas familias en el pasado.

Estas mujeres son egocéntricas e implacables, mantienen un corazón a prueba de flechas sentimentales, y solo rinden pleitesía si tienen que codearse con peces gordos, de los que pueden sacar una buena tajada.

Sus inquinas no tienen límite y el fin máximo es el de lograr sus objetivos a cualquier precio, sin reparar en quién cae a su alrededor, aunque sea de su propia familia.

Tienen una inteligencia sibilina muy agudizada y plantean estrategias complejas como un buen maestro del ajedrez. Sus tentáculos controlan a todo tipo de personas y puestos a los que pueden acudir para pedir favores, o en su defecto, a los que chantajear o amedrentar si la cosa se puede torcer.

Parecen tener el poder absoluto. Prestigio, poder, dinero y fachada. Sólo tienen un problema, y que parecen haber pasado por alto, y es que lo que han tejido a su alrededor son auténticos escombros afectivos, de maridos o parejas aplacadas, descerebradas y frustradas, por no hablar de familias rotas y de relaciones laborales basadas en el vasallaje de sus súbditos.

En definitiva, o estás con ella o contra ella, no hay puntos de discusión o de diálogo provechoso.

Mis respetos y condolencias a todas aquellas personas que vieron perder su luz, su personalidad, su felicidad, por toparse en sus vidas con estos auténticos agujeros negros, y que por diferentes circunstancias no tuvieron el valor o la posibilidad de escapar al universo infernal que ellas han ido creando en sus casas, en sus empresas, en sus familias.