Es propio de los seres humanos albergar esperanzas ante la entrada de un nuevo año, como si de repente olvidáramos las facturas, los problemas laborales y familiares y las malas expectativas económicas de un año en ciernes que se antoja complicado y conflictivo. En cierta manera, saludar un nuevo año tiene elementos catárticos y depurativos para el alma. No en vano, los seres humanos queremos mejorar y saludar con una sonrisa al destino como si este repartiera algún tipo de suerte de magia que borrara de nuestra vida la chatarrería que nos ancla a la pesada rutina diaria.
Cerrar y abrir un año es sellar lo que no queremos ni oír de nosotros mismos y abrigar un atisbo de brillo de un futuro esperanzador al que nos agarramos a la desesperada. Pues quién no desea tener una salud vigorosa, ganar más dinero, ascender de puesto laboral o mejorar y ampliar horizontes en la vida para agarrar un trozo de felicidad tan efímera como caprichosa.
Hoy es uno de enero, escuchamos con gozo las partituras del concierto de navidad de la saga de los Strauss y el alma se eleva por momentos para mirar con cierta altivez y desde una provisional almenara de felicidad los retos y desafíos que nos podría deparar el futuro. Al fin y al cabo, la felicidad reside – como bien diría nuestro desaparecido y querido divulgador científico Eduard Punset- en la antesala de la felicidad. Disfrutemos y saboreemos pues de esta antesala, que el toro viene pronto con los cuernos duros y por la espalda.
Pero no me crean por aguafiestas o agorero de malas nuevas. Sí les digo que preparémonos y no desfallezcamos ante los problemas o las malas experiencias que previsiblemente vivamos. Sean moderadamente optimistas y pónganse objetivos realistas y alcanzables. Trabajen en su sueño día a día para que este se haga realidad. No permitan que nadie les dibuje y les trace un destino que a todas luces parecía que estaba predeterminado para ustedes.
Mírense al espejo, permítanse una sonrisa amable, y alcen la voz diciendo ¡sí puedo!
El último día del año debería ser vivido de forma especial. Y no solo me refiero a los festejos bulliciosos de pre y post campanadas con los que me voy sintiendo cada vez menos identificado. Cosas de la edad que diría uno.
Una mirada introspectiva y reflexiva, aunque fuera de unos breves minutos debería servirnos y bastarnos para observar y definir lo que hemos atado y desatado en el año que se cierra en todos los aspectos de la vida, desde lo más banal a lo más profundo y personal.
Deberíamos incluso sobrepasar el veredicto emocional y subjetivo que hacemos todos los días de Nochevieja, cual juez implacable, que acaba con los ricos pormenores del año que finaliza y nos impide ver lo bueno y lo logrado, o simplemente nos empuja a renunciar a sacar provecho de las lecciones vitales que nos dejan aquellas circunstancias que nos han provocado dolor y sufrimiento.
Vivir en estado de gratitud permanente con la vida, aunque las vicisitudes personales hayan sido duras o muy duras, o despedir el año con lágrimas en los ojos pero con la firme convicción de que han sido oportunidades para crecer y fortalecernos, son formas positivas de asomarnos con determinación y valentía a los retos del año que se abren delante de nuestros ojos.
Una visión agradecida del año vivido que finaliza nos permita poner en perspectiva nuestras frustraciones, nuestro dolor y nuestras debilidades, nos llena de humildad y de gozo por lo que realmente es importante y nos ayuda a despojarnos del pesado sallo que hemos portado durante largo tiempo.
Una sonrisa reflexiva es una forma de gratitud reparadora y una manera de encarar con buen animo y esperanza el nuevo año y de despedir con dignidad el que nos acaba de abandonar.
Sonriamos pues como el que se siente agradecido por lo ya vivido y por la oportunidad de mejora que nos ofrece el año nuevo
Puede
que para usted pasen completamente inadvertidos estos grandes maestros de la
voz y de la interpretación. Les hablo de los actores y actrices de doblaje en
español y que son de reconocido prestigio mundial. No les hablaré ni me
extenderé en lo poco reconocido y, ocasionalmente, muy denostado oficio de
actor de doblaje. Al fin y al cabo, y como ellos mismos proclaman, trabajan en
la sombra y dan la voz de afamados actores
y actrices de primera línea, por lo que ellos deben pasar a un segundo plano.
Por
otro lado, están acostumbrados a recibir críticas a diestro y siniestro, bien
de los movimientos más esnobistas que defienden a ultranza el visionado del
film en versión original, desde sectores educativos que ven en el doblaje al
español una clara desventaja, respecto a otros países, a la hora de avanzar
en el aprendizaje de un segundo idioma, o desde los propios actores de cine y
teatro, que no en pocas ocasiones, han desprestigiado y mirado con desdén a los
actores que doblan en un estudio.
Razones, probablemente, no les falten, pero
debemos admitir que un excelente doblaje hacen igualar o mejorar, si cabe, una
gran obra cinematográfica en versión original, y ello contribuye, sin lugar a
dudas, a disfrutar en su plenitud los detalles finos que nos ofrece o nos
regala la mirada de un primer plano, que probablemente, pasaríamos por alto si
estuviéramos atentos a un subtítulo.
Este
oficio no es para nada fácil, y es que poner la voz a grandes actores y
actrices, que a su vez hacen un gran papel, no deja de ser un acto de
simbiosis y magia interpretativa que se reproduce en un habitáculo de 20 metros
cuadrados, con un micrófono y una pequeña pantalla, lo cual, no debe ser nada
glamoroso. Sin embargo, es en estos estudios-zulos, en donde estos profesionales
realizan un excelso trabajo de sincronización, adecuación del timbre de voz y
cambios fugaces de registros que hacen verosímil y creíble el que estemos
delante de la mismísima Cleopatra, Indiana Jones o Hannibal Lecter.
Hannibal Lecter en "El Silencio de los corderos" interpretado por Anthony Hopkins y magistralmente doblado por Camilo García.
Si les hablo de actores del doblaje del panorama actual como Salvador Vidal, Camilo García, Pepe Mediavilla, Jordi Brau o de actrices
como María Luisa Solá, Mercedes Montalá o Nuria Mediavilla, probablemente, se
encojan de hombros; pero si les menciono las voces de Ed Harris, Anthony Hopkins,
Morgan Freeman, Tom Hanks, Glenn Close, Sharon Stone o Jodie Foster, por
mencionar a algunas de las estrellas del celuloide, se les cambiaría
completamente la cara y no podrían disociar sus afamados rostros de sus maravillosas
voces dobladas en el idioma cervantino.
Doblaje de Robert de Niro (Al Capone) en "Los intocables de Elliot Ness" por Ricardo Solans
Doblaje de Ed Harris en "el Show de Truman" por Salvador Vidal
Doblaje de Morgan Freeman en "Cadena perpetua"por Pepe Mediavilla
La gran maestra María Luisa Solá interpreta y pone voz, entre otras grandes actrices, a Carrie Fisher (Princesa Leia), Glenn Close, Sigourney Weber o Susan Sarandom
El gran maestro Constantino Romero queda en el recuerdo de todos por sus míticos personajes a los que su voz dio vida: Darth Vader, Terminator y la mayoría de los films de Clint Eastwood
¿Podrían
acaso no relacionar al Dr House (interpretado por Hugh Laurie) a su célebre voz
en español, cuyo doblador es el maestro Luis Poscar? ¿Podrían imaginarse a
Robert de Niro, Al Pacino o a Silvester Stalone sin la peculiar voz burlona y desafiante
que imprime Ricardo Solans? ¿Se atreverían a ver a personajes como Darth Vader,
Terminator o Harry el sucio en versión original, una vez impresionados de la
voz grave y poderosa de nuestro ya desaparecido Constantino Romero?
Luis Poscar interpretando a Hugh Laurie en la mítica serie Dr .House
El
cine es parte de nuestra vida, y la voz que prestan estos actores a nuestros
héroes y personajes favoritos del séptimo arte forma parte de nuestro embalaje
vital, nuestro aprendizaje y nos moldea e inspira en muchos ámbitos de la vida.
¿Acaso
la vida misma no se nutre de motivación, drama e inspiración?
Disfruten,
pues, de las voces que en la sombra nos brindan estos grandes maestros y
actores del doblaje, que tanta felicidad y tantos recuerdos nos han proporcionado
en las diferentes etapas de nuestras vidas.
Sirva
este modesto blog para hacerles mi personal homenaje a los actores y actrices
de doblaje que por su profesionalidad y maestría, han prestigiado el oficio de actor de doblaje a uno de los principales idiomas del mundo: el español.
Las
cosas cambian y los estereotipos también. Un día poco apacible en la playa
puede ser el idóneo para espantar al común veraneante de chancleta, sombrilla y
nevera, y atraer a los más esculpidos deportistas, que aprovechan la ausencia
de sombrillas, para colocar las redes del vóley playa o las porterías de
fútbol.
De
repente, se da uno cuenta del cambio generacional y de la importancia que tiene para los
veinteañeros nacidos en los 90 el mantener unos pectorales moldeados o unas
tabletas de músculos abdominales prominentes. Y la escena que observé no tenía desperdicio: al tiempo que veía como los musculados deportistas hacían
los primeros ejercicios de precalentamiento de una sesión deportiva en familia que
prometía, había profusión de fotos con los hijos, con las poses
correspondientes, para demostrar a la prole la importancia de mantenerse
invictus ante el implacable y corrosivo paso del tiempo.
Siendo
consciente de los beneficios incontestables e ineludibles de mantenerse en
forma y el de lograr un cuerpo fibroso y/o atlético en términos de salud física
y de elevación de la autoestima, no puedo caer en la tentación de hacerme a mi
mismo algunas reflexiones, a saber, las consecuencias de un narcisismo
inusitado amparado en la proyección del modelo físico a imitar en una sociedad
cada vez más perdida y con mayor ausencia de valores, el perjuicio de provocar
exclusión social de personas ricas en valores pero menos agraciadas físicamente, o el grado de obsesión y de esclavitud mental que provoca esta nueva forma de
venderse al mundo- vales lo que aparentas y no lo que eres-, en detrimento de
invertir o repartir nuestro limitado tiempo y de forma equilibrada a otros
menesteres aún más importantes en la vida del individuo que el de machacarse
horas y horas en el gimnasio.
Y a partir de la famosa y célebre frase del filósofo francés rebelde de la ilustración Voltaire, "lo perfecto es enemigo de lo óptimo", me surgen nuevas preguntas, cuyas
respuestas aún desconozco ¿Cómo gestionará esta nueva generación amante de lo
bello y lo aparente, la frustración y el fracaso? ¿Hacia qué modelo de sociedad
caminamos? ¿Qué tipo de relaciones sociales construirá este narcisismo de
siempre pero elevado a la potencia a través de nuestras redes sociales?
Solo
sé que por un momento me preocupó el que un porcentaje elevado de nuestros
jóvenes tengan tabletas de chocolate. ¿Miedo escénico?
Existen y no son
solo ángeles custodios, sino de carne y hueso como usted o como yo, y en la
mayoría de los casos permanecen en el anonimato. Nos acordamos de ellos cuando
acontece un terrible acontecimiento y en el que por desgracia hay fallecidos.
Muchas de las personas que ahora viven lo hacen gracias a estas personas que
estuvieron en la hora y en el momento adecuado.
Los vemos cuando
acogen en sus casas a personas que lo han perdido todo tras peregrinar medio
mundo en calidad de refugiados de guerra; cuando asisten al herido y no corren
despavoridos llevados por el pánico en medio de un atentado terrorista o una
catástrofe natural; cuando te dispones a cruzar la carretera sin advertir que
un camión va a embestirte y aparecen de la nada tirando repentinamente de tu
chaqueta para salvarte de una muerte rápida y segura, y sin tiempo real para
poder agradecérselo como es debido.
No tienen
vistosas alas blancas en la espalda, pero sí una poderosa aura que los rodea.
La sonrisa no la pierden y se cruzan contigo para seguir rápidamente su rumbo. En
ocasiones acompañan al enfermo, los alimentan y cuidan de su familia, cuan buen
samaritano en momentos de gran infortunio. La gratuidad, el anonimato y la “gracia”
de hacer el bien a quienes así lo necesitan forma parte de su forma de entender
este endiablado mundo.
He visto algunos
ángeles en el medio en el cual trabajo. Solo con ver el testimonio que han dado
te quedas impávido y te dejan boquiabierto y paralizado por la admiración que
producen sus obras.
Es posible que
usted y yo no seamos lo que se dice precisamente buenos samaritanos, pero quién
sabe, lo mismo y en un momento dado aparecemos como ángeles terrenales en medio
de la desgracia ajena.
A mi juicio,
vivir y disfrutar del verano no es sinónimo de estar apalancado en una tumbona
y dejar reposar una barriga cervecera en medio del extenuante y agotador estío.
Más bien es seguir ocupado con tareas que permitan desconectar buena parte de
nuestra computadora cerebral- que anida principalmente en el hemisferio
izquierdo- y dejar al descubierto otras habilidades que no potenciamos por
culpa de nuestra agotadora forma de vivir que obviamente no estoy dispuesto a recordarles.
Desde luego
estar en contacto con la naturaleza es un buen comienzo: bien en la montaña; al
lado de un lago; un paseo entre los árboles o por la arena mientras nos
relajamos mirando el mar azul. Tomar oxígeno, deleitarnos del estar aquí y
disfrutar del ahora es todo un lujo que no podemos ni debemos perdernos.
Practicar el deporte que abandonamos o no seguimos con constancia durante el resto
del año, aunque sea una suave caminata, es otra de las bondades que nos ofrece
esta estación. Otro aspecto importante en nuestra era tecnológica es abandonar
y/o no tocar, salvo para lo más imprescindible, nuestras tabletas y nuestros Smartphones.
Regresar aunque sean unas semanas a la era analógica tiene su gran recompensa y
les proporcionará unos beneficios en términos de salud mental y de reserva
neuronal necesarias para aguantar estoicamente los reveses y el agotamiento de
la larga temporada que se nos avecina a partir de otoño.
El retomar los
hobbies, iniciar una buena lectura, acudir al cine, disfrutar de un concierto o
de una obra de teatro, o simplemente el tener un poco de arrojo y gallardía
para buscar algo nuevo que pueda captar nuestra atención y que al mismo tiempo pueda
enriquecernos es una de las apuestas seguras para recargar pilas sin tener que
pensar o agobiarnos por la rutinaria y estresante forma de vida que la mayoría de
las personas tendrán tras el estío y a orillas del mes de septiembre.
Durante el
verano debemos explorar emociones, gustos y paladar, así como compartir los
momentos de ocio, bien en familia o con amigos. Cometemos algunos excesos y
algunos atropellos gastronómicos, pero a veces necesarios para rebajar el rigor
y las normas que nos atenazan la rutina diaria.
El verano es
tiempo de soñar, de crear, de disfrutar y de sorprenderse a uno mismo con otras
facetas o con otras tareas inexploradas y que en antaño nos creíamos del todo
incapaces por falta de tiempo o por miedos irracionales. Solo el plantearlo
puede ser el principio de una nueva senda en nuestras vidas.
Hay que
disfrutar pues de las oportunidades que nos ofrece el verano dentro de nuestras
humildes posibilidades. No olviden que en la sencillez de las cosas estriba lo
esencial para disfrutar de esta maravillosa estación.
En las
profundidades del verano admito que me pierdo y me reencuentro, reflexiono,
contemplo y sonrío. Hasta puedo escuchar la música del mar y divisar el infinito cielo
azul en el que sobrevuelan pequeñas nubes blancas.
Y uno se da
cuenta que el tiempo se estira y hasta se para.
Imagen actual del Mar Menor (julio 2016),que ofrece un aspecto verdoso y turbio
Ríos de tinta y reportajes en
todos los medios de comunicación a propósito de la cloaca fitoplanctiana en la
que hemos convertido lo que alguna vez fuera un tesoro, y que durante décadas
ya venía exclamando y solicitando ayuda, cual enfermo en fase crítica demanda oxígeno,
ventilación, antibióticos y analgesia.
Entre todos la matamos y ella
sola se murió, rezaba el refrán español, y no veo mejor ejemplo para aplicarlo que
en el de la muy enferma laguna salada marmenorense. Pero no solo deberían echar
el muerto a los “malos e indecentes agricultores que con pozos ilegales echaban
la salmuera y los vertidos cargados de nitratos a la rambla del Albujón”.
Quizás habría que plantear problemas de mayor calado y de orden suprarregional,
como el por qué no llegaba suficiente agua a los regadíos, por qué no hubo
control de los pozos ilegales, por qué la CHS se ponía de
perfil anta la evidente falta de agua en estas tierras de secano y
proliferación no controlada de regadíos, o por qué la CCAA de Murcia y las
consejerías de Agricultura y de Medio Ambiente se hicieron cómplices con su
silencio de la sucesión de delitos ecológicos en el Mar Menor.
Pero por no salvarse, no se
salvan ni los veraneantes habituales, incluido quién les escribe, quienes
habríamos puesto nuestro granito de arena, amén de nuestra ignorancia que para
nada nos exonera de delito moral ecológico, de haber expoliado el Mar Menor y sus
añorados tesoros, como al caballito de Mar, al cangrejo del Mar Menor, las
chirlas, los bancos de mújoles, langostinos, salmonetes, doradas, caracolas,
etc..
Ejemplar del caballito de mar en el Mar menor
La decadencia de la laguna del
Mar Menor es proporcional al grado de incompetencia de nuestros dirigentes y al
grado de ignorancia y falta de cultura de protección medioambiental ciudadana, a
lo que deberíamos sumar la sucesión de delitos ecológicos bajo el plácet de las
administraciones regionales y ministeriales responsables, de lo que pudiera
deducirse una conducta prevaricadora por omisión o inacción, al no haber
regulado de un lado la actividad agrícola ilegal y el control de sus vertidos
al Mar Menor, y de otro, por no haber
acometido las medidas preventivas que regulaban las distintas formas de protección
medioambiental del que goza el Mar Menor. La falta de liderazgo político, sumada
a la presión de los diferentes lobbies agrícolas y turísticos solo hizo el
resto.
Vertidos en la desembocadura de la rambla del Albujón al Mar Menor
La paradoja es que ha sido
necesario que hablara nuevamente el Mar Menor en su lecho de muerte con la aparición
de esta segunda plaga de microalgas, - la primera fue la invasión de las
medusas y no escuchamos ni entendimos bien el mensaje- para que identifiquemos
a nuestra laguna como la gran «sopa verde» turbia litoral de Europa, impacto
mediático este que con toda seguridad catalizará y hará de efecto booster de
los planes de regeneración que, in extremis y de forma imperiosa impulsarán nuestros
queridos representantes políticos. Lo malo es que ya no sabemos si esto es un
segundo toque de atención de la madre naturaleza o simplemente debemos
prepararnos para expiar nuestros pecados con otro siniestro funeral ecológico
de la mano del hombre. Francisco Vera