No quiero
ser agorero ni aguafiestas sino todo lo realista que uno puede ser, pero lo que
está a punto de declararse en nuestro país es una profunda depresión económica,
social, moral y anímica como resultado de un lastrado problema estructural de más
de una década, una mala gestión nacional de nuestros recursos económicos y finalmente
el estar tutelados e intervenidos bajo duros recortes del gasto y ajustes
fiscales que castigarán más en el corto y medio plazo a nuestro país y que solo
acaban de iniciarse.
Es cierto que España se ha ganado
a pulso y por méritos propios el estar en el punto de la picota del mundo
financiero como consecuencia de la ruptura del pacto fiscal del anterior gobierno
socialista desde que se negara la crisis económica en 2008, lo cual supuso
transformar un superávit del 1 % en 2007 en un déficit del 11 % en 2009 fruto de
una calamitosa política de despilfarro sin ton ni son. También lo es que el
estado autonómico tal como ha sido gestado y desarrollado no es sostenible al
hipertrofiarse la administración con la creación de numerosas entes y empresas
de dudosa eficiencia empresarial y que han servido para nutrir a una intensa
red clientelar de amigos, familiares o gente afín al partido político de turno.
Pero por otro lado España
esta siendo sometido a una dureza, a un rigor y a una política de ajuste
impuesta desde Europa y desde los mercados financieros que no está acorde a
nuestra solvencia ni a nuestra capacidad económica como país y que lo único que
va a provocar es –como así lo afirman notables y reconocidos economistas
mundiales- una profunda recesión derivada del incremento del desempleo en el
sector público, la falta de revitalización del sector privado y una caída del
consumo interno a niveles insospechados.
Esto provocará que entremos en un bucle sin salida al no cumplirse el
objetivo del déficit -3 % para 2014- tras la caída de ingresos por reducción del
consumo interno y aumento del gasto por desempleo.
Por estos motivos la
confianza de los mercados en España se ha perdido fruto de la política económica
recesionista que ha impuesto Rajoy y que no es más que la receta generalista
que impone el gabinete de Merkel con el BCE y sus recursos a plena disposición del
gobierno de la Canciller. Con la prima de riesgo y los títulos y bonos del
estado a niveles inasumibles, España está siendo invitada-como así ha referido
el pasado día 2 de agosto el presidente del BCE Mario Draghi- a pedir
formalmente un programa de rescate a través de los fondos dispuestos para ello-FEEF
y MEDE-, obviando la posibilidad de comprar deuda soberana con el fin de rebajar
la tensión de los mercados.
.
El sometimiento de España a
las duras y férreas contraprestaciones de un más que inminente programa de
rescate-que se presume para este otoño- supondrá el despido de cientos de miles
de empleados públicos, con duras condiciones para el sector educativo y
sanitario, una más que notable reducción salarial en el sector público y privado
y lo que es peor, sin un horizonte de crecimiento neto o sin líneas de
políticas económicas que impulsen el crecimiento y las reformas estructurales.
El FMI, parece estar tirando la toalla ante la terquedad de Alemania de rebajar
las duras condiciones que impondrá a España, haciendo caso omiso de las
advertencias de Christine Lagarde de que España necesita más tiempo y más
flexibilidad para acometer estas reformas estructurales y un menor ajuste
fiscal para favorecer el crecimiento.
Lo que perece obviar Merkel es
que esta intervención y sometimiento a la economía española y por extensión al resto de
economías de países periféricos tendrá graves consecuencias en la zona Euro y
por contagio al Reino Unido y Estado Unidos.
Por analogía a una caso
clínico práctico de lo se traduce de la teoría económica de Robert Mundell,
premio Nobel de economía en 1999, es que si un país está famélico o padece de
una crónica enfermedad –por ejemplo una insuficiencia pancreática severa- ésta
no puede tratarse con dieta baja en calorías –dígase reducción del gasto-, sino
con suplementos calórico-proteicos –dígase inyección económica urgente-,
insulina y enzimas pancreáticas-dígase de reformas económicas estructurales-,
disciplina en una dieta saludable que proteja al ya debilitado páncreas
evitando dulces, alcohol o dieta rica en grasas-dígase del control del gasto una
vez controlada la recesión- y finalmente ejercicio físico diario-dígase del
musculo financiero necesario para mantener el crecimiento-.
Las recetas de Alemania, ideales en un marco macro-económico seguro, productivo y con plena creación de
empleo pueden ser calamitosas para los intereses de países sumidos en una gran
recesión como son España o Italia. La ambición y ansias de Alemania por
voluntad de la todo-poderosa Merkel de imponer su recetario a países grandes y vulnerables
como el nuestro y con el beneplácito de países
de la liga del norte y centro europeos - Austria, Holanda y Finlandia- pueden
sumir a la economía española y mundial en una gran recesión, como así lo afirma
el FMI. Hasta la misma agencia de rating Standard & Poor´s alaba los
esfuerzos de España y la menor necesidad crediticia de la Banca española de lo
esperado, en un intento de no poner mas leña al incendio español.
De lo que es seguro es que
la talla de nuestro líder el señor Rajoy se mide en estos difíciles momentos. El
rédito electoral del gobierno de Rajoy se irá agotando a medida que la crisis
social y económica se agudice. Si España es rescatada tendrá que informar a los
españoles de las consecuencias económicas y sociales Si estas medidas no son encajadas
por la sociedad, la mayoría absoluta no le salvará de tener que anunciar un
adelanto electoral o por el contrario solicitar un Referéndum sobre la idoneidad
de pertenecer o no a la UE en estas condiciones. Les guste o no a Merkel y a
sus acólitos-incluido Mario Draghi-, el destino de la Eurozona y de España es
el mismo.
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