Ay Pedro, Pedro… Qué jodida está la cosa ahora que solo queda uno de la
banda del Peugeot. Y siento que lo estés pasando mal, ahora que se ciernen más
nubarrones sobre ti: que si procesan a tu hermano, que si procesan a tu mujer,
que si se sienta en el banquillo tu querido fiscal Alvarone Ortiz. Pero no te
preocupes, solo tú, y nadie más que tú, sabrás salir de esta odisea-epopeya que
tú mismo has creado, de la mano de tus amigos Cerdán y José Luis y bajo el
amparo de tu Conde-Pumpido, que ya sacará la manguera de los indultos y de los
procesos inconstitucionales.
Te entiendo Pedro, más de lo que crees. Eso de ver a tu señora en el
banquillo por tráfico de influencias no es plato de gusto, o ver a tu
hermanísimo sentado en el juzgado por prevaricación y por robar dinero público
para encima tributarlo en Portugal, pues tampoco lo es. Pero ¡joder Pedro!, qué
quieres que te diga, estarás de acuerdo conmigo que para nosotros los mortales
esto no está bien.
Como aventurero que eres, ya sabrás mejor que nadie de tu capacidad sin límites
para reinventarte, tu capacidad catártica, tus huidas furtivas, tus mentiras,
tus farsas, tus estrenos y estenografías teatrales; tus maquillajes fúnebres
vampirescos que utilizas para pedir perdón… Ya hemos probado todas tus recetas,
pero no deja de sorprenderme tu capacidad camaleónica para salir de cada muerte
anunciada.
Todavía hay gente que te subestima, Pedro. Yo, desde luego, no. He aprendido
muchas cosas de ti: que el maquiavelismo en su forma más pura se ha actualizado
en este siglo; que la política amoral y sin escrúpulos también es todo un arte;
y que eres el mentor de los talleres sociales más vilescos observados en la
vida pública: el de la mentira, el del deshonor, el de la venta infame del
país, el de tapar y premiar la corrupción, el del enchufismo y la colocación de
amigotes, el de la colonización y degradación de las instituciones, y un largo
etcétera. Y todo ello con esa gran habilidad y desparpajo tuyos para darle la
vuelta a la tortilla sin quemarte, lo cual reconozco que es un privilegio
reservado para unos pocos.
Todos sabemos quién es el número uno de la banda del Peugeot. Has creado un
régimen difícil de desmoronar, pero que seguro se agrieta, sobre todo después
de las bombas de racimo que te ha obsequiado recientemente tu amigo Santos.
Tarde o temprano todo este cambalache caerá. Pero que nadie subestime tu
capacidad para salir del paso.
Lo tienes muy difícil, Pedro, pues te has forjado unos cuantos enemigos: entre ellos los jueces, la UCO, la Guardia Civil y millones de ciudadanos que ya no creen ninguna de tus mentiras.
Reconozco que has servido de modelo para muchos padres de familia que, como yo,
instruyen a sus hijos sobre lo que significa la falta de honor, la ausencia de
principios y valores en el desempeño del servicio público; el arte de
mantenerse a toda costa en el poder con una ambición desmedida a cambio de un
puñado de votos; el desear el mal a la ciudadanía; el fomentar la división, la
crispación y el odio entre españoles; el crear asimetrías jamás vistas entre
comunidades autónomas; y lo que es peor, prevaricar y vender la España
constitucional a unos socios completamente desleales.
Ay Pedro, Pedro… Sé que todavía tienes unos cuantos ases en la manga. Aunque
cada vez ese sombrero de copa tiene menos espacio para sacar conejos de la
chistera, estoy seguro de que aún tienes capacidad para eso y mucho más.
Estoy convencido de que darás un golpe de timón: cambiarás unos cuantos
ministerios, dirás que todo era culpa de unos sinvergüenzas y que tú no sabías
nada de esa sinvergonzonería. Pagarás más a los independentistas catalanes y
vascos y seguirás manchando el nombre de nuestro país. Y cuando menos lo
esperen, sacarás otro as de la manga, bien en forma de moción de confianza, o
en forma de comprar voluntades a cambio de vender España, ese país que cada vez
nos resulta más irreconocible, y del que queda poco por ordeñar por los
separatistas.
Ay Pedro, Pedro… Yo sé que saldrás mal parado de todo esto, y no será porque ya
te lo advirtieron —y si no, mira la cantidad de autócratas cesaristas cómo les
fue—, y que sepas que la Historia no será tan generosa contigo como tú piensas,
pues la infamia, suele ser de por vida. Probablemente tengas tu futuro guardado
en un paraíso fiscal o en una mina de oro y plata en algún país amigo del
chavismo. Ciertamente no lo sé, pero sí sé que tienes tus días contados, quizás
meses. Y al igual que el paciente crítico que lanza sus últimos estertores, tu acabarás
expirando, no sin dar guerra con la última bocanada de aire.
Ay Pedro, Pedro… ¿Valía la pena todo esto, por un puñado de siete miserables
votos?
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