domingo, 6 de julio de 2014

DE AQUELLAS MUJERES QUE SOLO SE AMABAN ASÍ MISMAS





Con anterioridad y en este mismo blog pudimos esbozar el perfil de «aquellos hombres que no amaban a sus mujeres». Permítanme en un acto de revancha emotiva y para no dejar siempre al género masculino en mal lugar, hablar de singulares especies de mujeres qué no tienen nada de desperdicio, en sentido figurado claro está.

Ciertamente las hay-mujeres que solo se amaban así mismas- y el daño que hacen son de efecto retardado, de objetivos certeros y de consecuencias inimaginables. Y no me refiero a las denominadas «sanguijuelas», sí, aquellas que se retroalimentan de la fama o el dinero de sus elegidos, para mantener el careto en la primera plana del faranduleo nacional.

No, a estas tipijuelas tendremos oportunidad de retratarlas en otro momento.

Hago referencia a las buenas y queridas amadas que hicieron de sus casas un auténtico infierno. Estas «buenas damas» se caracterizan tras inaugurar el lecho nupcial, por intentar romper, como primer paso delictivo, con los lazos afectivos que sus hombres mantenían con sus familiares más cercanos-padres, hermanos, sobrinos, etc- en un intento de controlar y asentar quién manda en el imperio que pretenden construir, o simplemente para no reconocer el fiasco que ellas mismas tuvieron con sus respectivas familias en el pasado.

Estas mujeres son egocéntricas e implacables, mantienen un corazón a prueba de flechas sentimentales, y solo rinden pleitesía si tienen que codearse con peces gordos, de los que pueden sacar una buena tajada.

Sus inquinas no tienen límite y el fin máximo es el de lograr sus objetivos a cualquier precio, sin reparar en quién cae a su alrededor, aunque sea de su propia familia.

Tienen una inteligencia sibilina muy agudizada y plantean estrategias complejas como un buen maestro del ajedrez. Sus tentáculos controlan a todo tipo de personas y puestos a los que pueden acudir para pedir favores, o en su defecto, a los que chantajear o amedrentar si la cosa se puede torcer.

Parecen tener el poder absoluto. Prestigio, poder, dinero y fachada. Sólo tienen un problema, y que parecen haber pasado por alto, y es que lo que han tejido a su alrededor son auténticos escombros afectivos, de maridos o parejas aplacadas, descerebradas y frustradas, por no hablar de familias rotas y de relaciones laborales basadas en el vasallaje de sus súbditos.

En definitiva, o estás con ella o contra ella, no hay puntos de discusión o de diálogo provechoso.

Mis respetos y condolencias a todas aquellas personas que vieron perder su luz, su personalidad, su felicidad, por toparse en sus vidas con estos auténticos agujeros negros, y que por diferentes circunstancias no tuvieron el valor o la posibilidad de escapar al universo infernal que ellas han ido creando en sus casas, en sus empresas, en sus familias.


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