viernes, 22 de julio de 2016

ÁNGELES EN LA TIERRA






Existen y no son solo ángeles custodios, sino de carne y hueso como usted o como yo, y en la mayoría de los casos permanecen en el anonimato. Nos acordamos de ellos cuando acontece un terrible acontecimiento y en el que por desgracia hay fallecidos. Muchas de las personas que ahora viven lo hacen gracias a estas personas que estuvieron en la hora y en el momento adecuado.

Los vemos cuando acogen en sus casas a personas que lo han perdido todo tras peregrinar medio mundo en calidad de refugiados de guerra; cuando asisten al herido y no corren despavoridos llevados por el pánico en medio de un atentado terrorista o una catástrofe natural; cuando te dispones a cruzar la carretera sin advertir que un camión va a embestirte y aparecen de la nada tirando repentinamente de tu chaqueta para salvarte de una muerte rápida y segura, y sin tiempo real para poder agradecérselo como es debido.

No tienen vistosas alas blancas en la espalda, pero sí una poderosa aura que los rodea. La sonrisa no la pierden y se cruzan contigo para seguir rápidamente su rumbo. En ocasiones acompañan al enfermo, los alimentan y cuidan de su familia, cuan buen samaritano en momentos de gran infortunio. La gratuidad, el anonimato y la “gracia” de hacer el bien a quienes así lo necesitan forma parte de su forma de entender este endiablado mundo.

He visto algunos ángeles en el medio en el cual trabajo. Solo con ver el testimonio que han dado te quedas impávido y te dejan boquiabierto y paralizado por la admiración que producen sus obras.

Es posible que usted y yo no seamos lo que se dice precisamente buenos samaritanos, pero quién sabe, lo mismo y en un momento dado aparecemos como ángeles terrenales en medio de la desgracia ajena.



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